domingo, 19 de octubre de 2008

Cheeta quiere una estrella


Este año le ganó Campanita

El "chimp" más viejo del mundo


¿Crees que Cheeta merece su estrella?



De todas las cosas que puedan decirse sobre Cheeta, tal vez la primera es que está vivo. Sí, el Cheeta de la serie de películas de Tarzán de los treinta y cuarenta ronda hoy los 75 años y ha sobrevivido a Johnny Weissmuller y a prácticamente todos los actores –humanos y animales– que alguna vez trabajaron con él en Hollywood.

Lo segundo es que es mono, no mona. Acaso por la “a” al final de su nombre, Cheeta llegó a Latinoamérica como la amiga de Tarzán, y no como el macho escudero, el Robin de ese Batman de la jungla.


Este año le ganó Campanita

Lo tercero, y quizás lo más importante en la vida de este chimpancé septuagenario, es que quiere una estrella en el Paseo de la Fama. Y esto no es, para nada, un deseo extravagante. Lassie y Rin Tin Tin tienen la suya, mientras que otros animales de ficción, como el Pato Donald y Godzilla, ya se ganaron ese emblema de la posteridad que a Cheeta, hasta ahora, le es esquivo.

Cheeta, o más bien su dueño, Dan Westfall, ha postulado ya siete veces para recibir la estrella, pero el comité del Paseo de la Fama se la ha negado siempre. Los últimos en integrarse al Paseo fueron anunciados a mediados de junio pasado. Una vez más, Cheeta no estaba en la lista. Le ganó el hada Campanita.

“Nos sentimos bastante decepcionados con los resultados”, dice Westfall en entrevista con Univision.com. “Creo que Campanita se lo merecía, pero es un personaje de ficción. Cheeta es una criatura viviente”.

Westfall no tiene tiempo para lamentar la séptima derrota y empezó ya la campaña para la nueva votación, que tendrá lugar el próximo año. Dueño del chimpancé desde que su tío Tony Gentry, el propietario original de Cheeta, falleció a principios de los noventa, Dan asumió la custodia de Cheeta (o Jiggs, su nombre verdadero) con un entusiasmo insólito.

Antes de morir, su tío le pidió que cuando él no estuviera, pusieran a dormir también a Cheeta. Temía que el chimpancé sufriera el maltrato de extraños en su ausencia. “Me tomó dos años convencerlo de que Cheeta se quedara conmigo”, dice Dan.

No hay comentarios: